miércoles, 26 de noviembre de 2008

Incomodidaes

Hace rato que mi mamá me regaló un paraguas chiquitito, esos que se pliegan y pueden no ser un estorbo en días en que la lluvia amaga y no se anima. Ella dijo "te entra perfecto en cualquier cartera, aparte es livianito viste?" Tenía razón, lo admito, y por eso lo uso.

Pasado el último chaparrón y viajando en colectivo, no supe dónde meterme el paraguas mojado, y dado que los que lo dejan en el piso se lo olvidan, lo dejé colgado de la correa en mi muñeca.

(Nótese que "mojado" en este caso es sinónimo de "incómodo", lo cual anula "liviano" y "te entra en cualquier cartera"; y además, en mi morral no caben las miradas odiosas de las señoras enojadas porque el goteo les cae justo en el zapato de marca.)

No pude evitar acordarme de mi mamá y sus bonitos estiletos negros charolados de Sarkany, diciendo "no sabes lo que te compré" y retroalimentando sus propias miserias.

2 comentarios:

Joseph dijo...

El infierno está lleno de buenas intenciones.

Principito dijo...

Por eso no hay como mojarse. Yo prohibiría los paraguas.
Y que decir de los que intentan
sacarte un ojo con las puntas cuando te los cruzas por alguna veredita finita del microcentro! Agghhh... Por eso, a abolir los paraguas de una buena vez!