Escuchar que el vecino grita el gol, antes de que uno lo vea en la propia pantalla.
El problema no es sólo que le quita emoción a nuestro festejo, sino que a partir de entonces, cada vez que se acerca la pelota al arco y no escuchamos gritar al de al lado, también nos quita la esperanza.
Y así nos fuimos a la B, el vecino y yo.
1 comentario:
Sos un genia. Osea que una cosa que debería hacernos sentir estúpidos es gritar lo que creemos que fue un gol en medio del silencio glacial del vecindario. Muy lindo, placentero y gracioso tu blog.
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