Despedirse de alguien con quien no hay confianza en la puerta de algún lugar, y después salir caminando para el mismo lado, es graciosamente chotísimo. Agravado por la torpeza en la búsqueda del desfasaje rítmico durante las cuadras en común, y el final cruce de miradas con levantamiento de mano, a modo de conclusión, en el momento de la bifurcación de caminos.
Una delicia.
1 comentario:
ajajjajaja... increible
es asi
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